CAPTULO 2
Marco conceptual
De acuerdo a la teoría psicoanalítica la estructura
psíquica del hombre, esta compuesta por pulsiones agresivas
y pulsiones amorosas que conviven en permanente tensión,
dando como resultado consecuencias, tanto positivas como
negativas, a partir de un mismo hecho.
Es importante señalar la influencia de las diferentes
culturas que ha desarrollado el hombre, ya que este es un
ser social y en permanente interacción con su medio sociocultural.
Desde las culturas más primitivas hasta las más complejas,
definen necesidades y llevan al hombre a tomar decisiones
frente a ellas. Es así como el hombre utiliza la ciencia y,
si posee, la tecnología para fines que va encontrando
necesarios y/o más convenientes.
La historia de la civilización está marcada por la historia
de sus grandes guerras, lo que nos lleva a reflexionar
sobre si el hombre ha evolucionado o involucionado, por
cuanto tan altos han sido sus logros en los campos de la
ciencia y de la técnica como en el campo de la
destrucción.
Como lo manifiesta Freud (1923)fue Empédocles de Agrigento,
filosofo griego (siglo V a.C.), quien habló de los dos
principios básicos, que luego tomará Freud, AMOR y
DISCORDIA, es decir EROS y TANATOS. Eros tiende a unir,
Tánatos a deshacer y separar. Esta fantasía cósmica fue
trabajada por el creador del Psicoanálisis como una forma
de explicar la naturaleza de lo humano.
Según el Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y
Pontalis, Freud define el término Pulsión como un proceso
dinámico consistente en un empuje (carga energética, factor
de movilidad) que hace tender al organismo hacia un fin.
Una pulsión tiene su fuente de excitación corporal (estado
de tensión); su fin es suprimir el estado de tensión y
gracias al objeto, la pulsión puede alcanzar su fin.
En la teoría de las pulsiones, expresada en la obra de
Freud (1930), “El Malestar en la Cultura” adjudica al
hombre una inherente “...pulsión de odiar y aniquilar...”
en la complejidad de su constitución instintiva, y afirma
que “la tendencia agresiva es una disposición Instintiva
innata y autónoma del ser humano [....] que constituye el
mayor obstáculo con que tropieza la cultura.”Freud (1930).
Freud (1923) tomó de la mitología griega el nombre Eros
para designar a las pulsiones de vida, dada su base sexual,
hacia lo erótico recuperando el mito del amor.
Asimismo designó como pulsión destructiva a las que tienen
como fin la destrucción de objeto.
Estas operan fundamentalmente en silencio y no pueden
reconocerse más que cuando actúan en el exterior. En el
desarrollo libidinal del individuo, Freud describió el
juego combinado de la pulsión de vida y la pulsión de
muerte.
En la pulsión de muerte, este autor, ve la pulsión por
excelencia.
Eros representaría un principio de cohesión consistente en
crear unidades cada vez mayores y mantenerlas: es la
ligazón; el fin de Tánatos es por el contrario, disolver
los conjuntos y, de este modo destruir las cosas.
El concepto de ambivalencia afectiva planteado por Freud en
su obra Destinos de pulciones (1940) se refiere a la
presencia simultánea en relación a un mismo objeto de
tendencias, actitudes y sentimientos opuestos,
especialmente amor y odio.
La oposición entre pulsiones de vida y pulsiones de muerte
se situaría aun más claramente en las raíces de lo que
llamamos dualismo pulsional.
Cabe señalar que según Freud (1940) que “la esencia más
profunda del hombre consiste en impulsos instintivos
iguales en todos y tendentes a la satisfacción de ciertas
necesidades primitivas. Estos impulsos instintivos no son
en sí ni buenos ni malos”, sino que se van transformando en
el camino evolutivo hasta mostrarse eficientes en el
adulto.
Dicha transformación responde tanto a factores internos y
externos.
Los primeros por la necesidad de amor y aceptación y el
externo es la educación que representa las exigencias de la
civilización.
Si planteamos el tema de la constitución de cada individuo
desde la teoría freudiana del dualismo pulsional, es
también para poder dar cuenta de lo que ocurre a nivel de
los grupos, las comunidades y los estados nacionales, donde
se reproduce de alguna manera estas particularidades de lo
humano.
El odio y la destructividad Freud (1923) dependen de la
pulsión de muerte y de que ésta es inseparable de la
pulsión de vida. La cultura se construye, en lo esencial, a
expensas de la pulsión de vida. Por consiguiente, se rompen
las ligazones que permiten un cierto control de la
agresividad, ya que la pulsión de muerte es mucho menos
dócil que Eros. Así, Tánatos tiene dos caminos: o la
autodestrucción del individuo o de la comunidad, o la
exteriorización como pulsión de destrucción dirigida hacia
el exterior, sea la sociedad en el caso del individuo, sea
el estado enemigo en el caso de las naciones.
Freud pone sus esperanzas en el proceso de desarrollo de la
cultura, lo cual queda expresado en la siguiente frase
“todo lo que promueva el desarrollo de la cultura trabaja
también contra la guerra”Freud (1940), pero esta afirmación
debería ser tomada con mucha Precaución ya que desde épocas
remotas se desenvuelve en la humanidad el proceso del
desarrollo de la cultura, que otros prefieren llamarla
«civilización». A este proceso debemos lo mejor que hemos
llegado a ser y una buena parte de aquello a raíz de lo
cual sufrimos. Sus comienzos son oscuros, su desenlace
incierto.
Lo cierto es que la tesis freudiana de la violencia como
innata, debe siempre tomarse en relación con las sucesivas
formas históricas que adopta.
En síntesis, en el aparato psíquico del hombre conviven la
pulsión de vida y la pulsión de muerte (Eros y Tánatos
respectivamente). Eros tiende a unir, a hacer unidades cada
vez mayores, mientras que Tánatos, tiende a deshacer esas
unidades y trata de llevar lo Orgánico al estado
inorgánico. Fue Freud (1930) quien desarrolló esta teoría y
es desde ese marco teórico que he planteado una de las
respuestas posibles al problema enunciado.
La Ciencia, como una producción privilegiada de la
creatividad humana, no escapa a los destinos de todo lo
realizado por el hombre, que en su esencia un ser capaz de
generar las cosas más maravillosas y al mismo tiempo el
autor de las mayores atrocidades. Para concluir me es
necesario afirmar: que no solo es inevitable que la ciencia
siga su camino de evolución, sino que en muchos casos es
muy bueno que así sea, por Ej en el descubrimiento de
medicinas para las enfermedades hasta hoy incurables.
Asimismo el hombre seguirá haciendo mal uso de ella en
algunos casos, ya que en sus decisiones no influyen solo la
cultura, la sociedad y su bienestar, sino también sus
pulsiones que son inconscientes. Esto puede aplicarse en
todos los sentidos, no solo en la ciencia. Finalmente
quiero citar una frase que sintetiza de manera sencilla lo
investigado: "La verdad oculta tras de todo esto, que
negaríamos de buen grado, es la de que el hombre no es solo
una criatura tierna y necesitada de amor, que sólo osaría
defenderse si se le atacara, sino, por el contrario, un ser
entre cuyas disposiciones instintivas también debe
incluirse una buena porción de agresividad. Por
consiguiente, el prójimo no le representa únicamente un
posible colaborador y objeto sexual, sino también un motivo
de tentación para satisfacer en él su agresividad, para
explotar su capacidad de trabajo sin retribuirla, para
aprovecharlo sexualmente sin su consentimiento, para
apoderarse de sus bienes, para humillarlo, para ocasionarle
sufrimientos, martirizarlo y matarlo”. El malestar en la
cultura".Freud (1930).
Tal como plantea el psicoanalista argentino el Dr Luis
CHIOZZA“vivimos hoy tiempos muy diferentes de aquellos en
los cuales Freud construyera su teoría y efectivizara su
práctica. Ortega y Gasset (1949) sostiene que aquello que
llamamos sociedad no es la convivencia misma, sino una
especie de corpus normativo que, bajo la forma de mores o
costumbres, y como residuo o remanente de las convivencias
pasadas, acota y determina las formas de la convivencia
actual. Digamos entonces que la relación entre los hombres
no es sociedad, sino convivencia, y existe una relación
entre los hombres y ese corpus de estereotipos animados que
llamamos sociedad. De modo que los hombres que conviven en
la sociedad engendran, mediante esa convivencia, una nueva
sociedad que determinará las formas de las convivencias
futuras.” Chiozza (1998).
Continúa el autor relatando que en el terreno de lo social
asistimos a una crisis de valores tan profunda como que
sólo hubo otra semejante., e en todo el desarrollo de la
civilización humana (Gebser, J1950a). Mientras que aquella
primera crisis marcó el pasaje de una época de predominio
del pensamiento mágico a una época de predominio del
pensamiento lógico o racional, la nuestra corresponde a la
irrupción en la conciencia de una nueva certidumbre. El
pensamiento racional, nuestro instrumento más privilegiado,
no sólo posee una capacidad limitada por su misma
estructura, en la aprehensión de la realidad, sino que, lo
que es peor, deforma inevitablemente dicha realidad en el
acto mismo de su operación (Bateson, G., 1979; Watzlawick,
P., 1976; Weizenbaum, J., 1976).
Teniendo en cuenta dice Chiozza que “estamos en el fin de
una "era" y en el comienzo de otra (Gebser, J., 1950a), no
es de extrañar que nuestro mundo de valores no sea
coherente ni ordenado, y que coexistan en él, mezclándose y
oponiéndose entre sí, valores actuales y anacrónicos. La
consecuencia de esta situación es doble. Por un lado
existen, por así decir, tal número de éticas distintas como
de individuos. Por otro lado, y ante esta crisis, los
individuos aislados tienden a quedar más sometidos que
nunca a valores arcaicos cuyo origen es inconsciente y que
ya han sido superados por la evolución de la
cultura.”Chiozza (1998).
Cuando el psicoanalista realiza su labor de hacer
conciente lo inconsciente y someter al juicio de la
conciencia esos valores anacrónicos y primitivos (que
heredamos, en el peor de los casos de la horda primitiva y,
en el mejor, de los prejuicios parentales revitalizados por
nuestra ecuación instintiva), nos encontramos con que hoy,
a diferencia de los tiempos de Freud, carecemos de una
coherencia axiológica que pueda servir de base al
enjuiciamiento conciente.
Debemos tener presente que por importante que haya sido la
evolución de nuestra cultura civilizada, conciente y
racional, aprendemos nuestras normas a partir de un ligamen
afectivo, en su mayor parte inconsciente, que impregna
nuestro entorno
El autor antes mencionado habla de una era de primitivismo
afectivo, dice que disponemos de miles de palabras para
designar a los objetos de nuestro mundo perceptivo, y de
unas pocas, poquísimas, para referirnos a los afectos que
sentimos. El hombre de hoy viaja en avión, usa el rayo
láser, se entera en unos pocos minutos de lo que ocurre en
Tokio, desarrolla una ingeniería genética y logra
transplantar sus órganos, pero experimenta la envidia de un
modo muy similar a como la experimentaban los hombres de
una pequeña y aislada comunidad en los tiempos de
Shakespeare. No debe extrañarnos entonces que semejante
desigualdad en su desarrollo lo precipite, inexorablemente,
en una crisis ética.
“Lo nuevo es la carencia, en nuestros días, de una
estructura de valores compartidos que sirva de base a una
modificación concebida como perfeccionamiento y no como un
cambio general y fundamental que afecta las bases mismas
del sistema axiológico.”Chiozza (1998)
Sin intentar hacer un prolijo inventario de la confusa,
laxa y mal estructurada mezcla de valores que constituyen
el universo axiológico del "hombre medio" de nuestros días,
intentaremos referirnos, a grandes rasgos, a algunos
lineamientos básicos que constituyen sus líneas de fuerza.
Dice Chiozza (1998) “El auge del individualismo, que otrora
condujo al hombre hacia el florecimiento pleno de sus
disposiciones latentes, nos muestra hoy sus formas caducas.
Por ejemplo: el orgullo, que implica responsabilidad y
esfuerzos, cede su puesto a menudo a la vanidad, que es
irresponsable y más fácil. Un narcisismo excedido se oculta
frecuentemente bajo el disfraz del amor a los hijos. El
egoísmo se viste con el ropaje más digno del amor familiar.
La amistad, sazonada con el cálculo, queda sometida a las
leyes de la relación concretamente útil. El cariño, que
enriquece el vínculo amoroso a través de la generosidad y
la capacidad de cuidar, se convierte en una debilidad
peligrosa, que debe ser sustituida por la pasión y el
enamoramiento, que procuran la posesión del objeto. Todo
esto en nombre de una necesidad de progreso individual, que
se hace imperativo bajo las formas, paupérrimas en su
absurda simplicidad, de mayor poder, o prestigio, y mayor
riqueza.”
El hombre no ha nacido, sin embargo, para vivir aislado.
Para realizarse plenamente le hace falta, como a la
neurona, vivir inmerso en un mundo de interlocución. Para
gozar de sus posesiones necesita, como le ocurre a un niño
con una pelota, la presencia de alguien con quien
compartirlas. El goce pretendidamente solitario se realiza
mediante el artificio efímero de una presencia imaginaria.
Es aquí donde nos ubicamos hoy para tratar de entender la
agresividad como emergente de esta crisis de valores, en
donde el comportamiento humano retrocede a su forma más
primitiva para manifestarse.
Los colegios primarios y secundarios están llenos de
ejemplos de agresividad permanente, entre los mismos
compañeros y de los alumnos con sus docentes.
La escuela hoy se encuentra sobrecargada de exigencias de
ya no solo debe educar sino que tiene que formar valores en
los alumnos que no reciben en el entorno familiar.
Creo que es el momento de reflexionar y pensar que le
estamos pidiendo mucho a la estructura educacional, porque
debería absorber toda la conflictiva política-económica y
social del entorno que la rodea.
La posibilidad de incluir dentro de los programas
educativos, talleres de discusión sobre la agresividad, de
alguna manera hacer conciente esa manifestación de la
conducta o quizás juegos de socialización serian algunas
primeras formas de pensamiento, que llevados a la practica
en actividades lúdicas, creativas y de alguna manera de
expansión podrían llegar a canalizar ese monto de
agresividad hacia fines que conduzcan a metas de bien
común personales y esto luego reflejado en la comunidad.
Otro de los aspectos a tener en cuenta en el proceso de
selección de personal docente y directivos es el buscar
personas comprometidas con su profesión, con vacación en lo
que hacen, esto me parece fundamental ya que en un mundo
como decíamos anteriormente carente de valores, donde los
niños no encuentran el modelo identificatorio para
proyectarse en la vida, el docente puede llegar a serlo y
dar la posibilidad de tener una perspectiva diferente ante
el proyecto de vida.
Para concluir debemos pensar que la institución escuela no
es algo ajeno a lo que estamos viviendo como sociedad pero
tener la posibilidad de pensar y reflexionar sobre estos
temas nos permite comenzar a comprender y a través de ello
poder planificar a futuro proyectos con conocimiento del
tema.
martes, 20 de mayo de 2008
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