martes, 20 de mayo de 2008

ejemplo de MARCO CONCEPTUAL

Capitulo 2.
Marco conceptual

Autoconcepto, Autorreferencia y Autoeficacia
Ellis (1999), considera al autoconcepto como una
constelación de actitudes acerca del yo. Algunas de esas
actitudes son saludables, realistas y funcionales; otras
irracionales, no realistas y disfuncionales. De acuerdo con
Ellis y Abrahms (1980), una actividad cognoscitiva
disfuncional produce reacciones emocionales y conductas
desadaptativas. Por otra parte, los pensamientos racionales,
los sentimientos apropiados y las conductas afectivas
favorecen la sobrevivencia y el bienestar de la persona.
Borden y Stone (1982) presentan las siguientes
afirmaciones respecto al concepto que la persona tiene de sí
misma:
1. Lo que llamamos “sí mismo” o “concepto de sí mismo”
o “imagen de sí mismo” que se forma en el transcurso de los
años.
2. El sí mismo es un fenómeno social y, como tal, la
gente que nos rodea tiene mucho que ver con la imagen que
llegamos a tener de nosotros.
3. La imagen que el individuo tiene de sí mismo ejerce
un considerable impacto en sus conductas futuras.
4. Una de las más importantes conductas futuras es el
aprendizaje. El concepto propio tiene mucho que ver con la
manera y el grado en que se aprende y se puede aprender.
5. Un área en la que el concepto de uno mismo ejerce
influencia significativa es la del desarrollo y la
modificación de la personalidad.
6. El concepto que la persona tiene de sí misma puede
ser alterado o modificado.
7. El docente es uno de los otros significativos en la
vida y la formación del alumno.
Naranjo Pereira (2006), considera que la mayor
motivación del comportamiento es el concepto propio, ya que
lo que la persona piensa de sí misma influye en todo lo que
hace. Actúa como se cree ser y, por lo tanto, el tener una
concepción defectuosa del yo conlleva a anormalidades. La
persona con una concepción falsa del yo, tiende a limitar
las experiencias vitales, tanto internas como externas.
De acuerdo con la citada autora, dos aspectos
relacionados con el autoconcepto son la autorreferencia y la
autoeficacia. La autorreferencia se relaciona con nuestra
propia persona y la estimación que hacemos de nuestras
habilidades y de qué tan capaces somos para tratar con el
mundo. Se denomina autoeficacia a las estimaciones que
hacemos de nuestra efectividad. No se refiere tanto a
nuestra habilidad y efectividad reales para tratar con
situaciones y con las demás personas, sino a nuestras
percepciones de esas cosas. (Naranjo Pereira, 2006).
La autoeficacia es importante porque influye en las
relaciones de la persona, en su disposición a emprender
tareas difíciles y en sus sentimientos acerca de sí misma,
su autovaloración y su competencia.
Bandura citado por Naranjo Pereira (2006), sostiene que
el juicio que las personas realizan de su eficacia personal
surge de cuatro fuentes principales:
- La primera, es el Sentido de Autoeficacia Directa:
la autoeficacia depende de logros personales y de la opinión
que la persona tenga de sus logros.
- La segunda es la Fuente Vicaria de Autoeficacia: la
cual se deriva, en parte, de la comparación que hace la
persona de sí con los demás. Se basa en la comparación del
desempeño personal con el de las otras personas.
- La tercer fuente es la Fuente Persuasiva de la
Autoeficacia: las persuasiones positivas, como por ejemplo:
“tu puedes hacerlo, eres capaz”; incrementan la
autoeficacia, mientras que la persuasiones negativas, por
ejemplo: “no lo intentes”, la reducen.
- La cuarta fuente de influencia sobre los juicios de
autoeficacia es el nivel de activación de la persona,
denominada por Bandura Fuente Emocional de la Autoeficacia,
es decir, el nivel de activación fisiológica y emocional.
Una activación elevada puede afectar los juicios de manera
positiva o negativa. Por ejemplo, si un estudiante esta muy
activo, antes de iniciar una tarea escolar, este estado
emocional puede conducir a un desempeño superior si motiva
el esfuerzo, o a una mala ejecución, si el nerviosismo le
impide dar lo mejor de sí.
Las personas pueden tener autoconceptos diferentes que
cambian de vez en cuando y pueden o no ser retratos precisos
de ellas mismas. Los autoconceptos se elaboran
constantemente, dependiendo de las circunstancias y de las
relaciones confrontadas por la persona. Pero lo fundamental,
es que el buen desempeño que logre una persona, se
fundamenta principalmente en confiar y creer que se posee la
capacidad y seguridad necesarias para lograr la
autoeficacia, la cual se cimienta, a la vez, en un concepto
positivo de la persona misma. (Naranjo Pereyra 2004).
Borden y Stone, citados por Naranjo Pereira (2006),
coinciden también en que las ideas que la persona tiene
sobre sí misma afectan la conducta, señalando que el
autoconcepto tiene dos aspectos que requieren consideración:
en primer lugar, la concepción de que el autoconcepto es un
proceso social y, en segundo lugar, que este proceso se
prolonga a lo largo de toda la vida.
Al respecto, Naranjo Pereira (2006), coincide con los
citados autores al sostener que el desarrollo del concepto
de sí mismo resulta de las interacciones sociales entre las
personas derivando la mayor influencia de las relaciones con
las otras personas significativas.
A medida que las personas se desarrollan física y
psicológicamente, el concepto de sí mismas se va
transformando en un elaborado sistema, que incluye tanto su
imagen corporal (sensaciones y percepciones que se tienen
del propio cuerpo, su naturaleza y sus límites) como todos
los pensamientos, sentimientos, actitudes, valores y
aspiraciones que les conciernen. (Naranjo Pereira, 2006)

Autoconcepto, Aprendizaje escolar y Rendimiento
académico
Gran parte de la investigación realizada sobre el
autoconcepto se dirigió hacia su papel en la conducta
académica del alumno. Esto ha sido así no sólo por la
relevancia del logro escolar, sino también por la
importancia del contexto escolar en el desarrollo del niño.
En la mayoría de estas investigaciones se ha encontrado una
relación entre el autoconcepto y las experiencias y/o logros
escolares de los alumnos. Una vez constatada dicha relación,
la discusión se centro en saber cómo es la relación entre
ambos constructos (unidireccional o recíproca). (Gonzalez-
Pienda, Nuñez Perez, Gonzalez-Pumariega y Garcia Garcia,
1997).
Desde distintas perspectivas se confirma la existencia
de relación significativa entre el autoconcepto del
estudiante y la selección y utilización de determinadas
estrategias de aprendizaje. La mayoría de los trabajos que
han examinado el vínculo entre el logro académico y el
autoconcepto han encontrado una relación significativa entre
ambas variables y, en general, de tipo reciproco. (ver
revisiones de Gonzalez y Tourón, 1992; Nuñez y Gonzalez-
Pienda, 1994).
Gonzalez-Pienda, Nuñez Perez, Gonzalez-Pumariega y
Garcia, (1997); Gonzalez-Pienda, Nuñez y Valle, (1992);
Nuñez y Gonzalez-Pienda, (1994) sostienen que el
autoconcepto es fuente de motivación que incide directa y
significativamente sobre el logro académico del alumno.
Pero, ya que una de las fuentes principales de información
para la formación del autoconcepto es el resultado del
comportamiento de los demás hacia uno mismo y el de la
propia conducta, los resultados del aprendizaje escolar,
necesariamente tienen que incidir sobre el autoconcepto del
estudiante, aunque esta incidencia, según sostienen los
citados autores, no es directa y pasiva, sino resultado de
una elaboración cognitivo-afectiva previa por parte de la
dimensión correspondiente del autoconcepto.
En la mayoría de los trabajos en los que se considera
alguna muestra de alumnos con problemas en su aprendizaje
escolar, se ha observado que también tienen déficits en su
autoconcepto. La implicación activa del sujeto en el proceso
de aprendizaje aumenta cuando se siente autocompetente, es
decir, cuando confía en sus propias capacidades y tiene
altas expectativas de autoeficacia, valora las tareas y se
siente responsable de los objetivos de aprendizaje. (Nuñez y
Gonzalez-Pienda, 1994)
De lo mencionado hasta aquí, se hace oportuno indicar
que si bien son realmente importantes las variables de tipo
motivacional y afectivo en el resultado del aprendizaje
escolar, no se debe olvidar la vertiente cognitiva del
mismo. (Gonzalez-Pienda y otros, 1997).
En este sentido, Garcia y Pintrich, citados por Nuñez
Perez y otros (1998), señalan que hasta fechas recientes los
investigadores trataban los aspectos motivacionales y
cognitivos del aprendizaje de modo independiente. Por un
lado, los modelos puramente motivacionales aportan
información sobre el “por qué” del trabajo de los
estudiantes, de su actividad, su esfuerzo y su persistencia
ante las tareas escolares. Por otro lado, los modelos
cognitivos del aprendizaje intentan describir “cómo los
estudiantes llegan a comprender y dominar tales tareas
mediante la utilización de diversas fuentes cognitivas como
por ejemplo, conocimientos previos y destrezas; estrategias
cognitivas y de autorregulación del aprendizaje.
Se está de acuerdo con los citados autores cuando
señalan la necesidad de crear y probar modelos complejos en
los que se tenga en cuenta la interacción entre cognición y
motivación en el contexto escolar, puesto que ambos factores
operan conjuntamente para crear las condiciones óptimas de
aprendizaje y rendimiento académico.
Al respecto, Gonzalez-Pienda y otros (1997) sostienen
que el autoconcepto es una de las variables más importantes
dentro del ámbito motivacional, el cuál incide
significativamente en el correcto funcionamiento del ámbito
cognitivo (por ejemplo, sobre la activación de diversas
estrategias cognitivas y de autorregulación del aprendizaje
escolar).
Existen una variedad de teorías y modelos para ayudar a
las personas a mejorar su autoconcepto. En el presente
proyecto se hará referencia concretamente al enfoque
orientado hacia el cambio cognitivo de Ellis (1999).
El citado autor, baso su enfoque racional-emotivo en
enseñar a las personas sobre cómo pensar racionalmente y
usar esos pensamientos racionales adquiridos para
comportarse más efectivamente, en especial en situaciones
interpersonales y en aquellas estresantes de resolución de
problemas.
Para aprender a pensar racionalmente, la persona debe
aprender primero a identificar y hacerse consciente de las
suposiciones irracionales que influencian sus percepciones,
emociones, decisiones y conductas contra productivas.
(Ellis, 1999).
De acuerdo con este autor, cualquier suposición es
irracional si establece criterios que son imposibles de
satisfacer o si, lógicamente, conducen a corolarios que son
de auto derrota por sus implicaciones.
La persona que no gusta de sí, tiene al menos una y
probablemente varias suposiciones irracionales detrás de sus
acciones. Una dominante, relacionada con el temor al fracaso
es “yo no estoy bien, a menos que mi rendimiento en las
situaciones de logro sea perfecto y sin errores”.
No obstante, la realización perfecta no ocurre en la
realidad. Un conjunto de suposiciones más lógicas puede ser:
“los errores son inevitables. Tendré algunos errores, pero
esto no significa que sea una persona incompetente o sin
valor. Aprendo de mis errores y mejoro mi efectividad, sin
caracterizarlos como fracasos”.
Las personas que autodudan con frecuencia hacen una
catástrofe de sus errores, por lo que es importante
ayudarlas para que valoren el resultado de sus acciones de
forma más realista.
Otra suposición frecuentemente irracional es: “yo estoy
bien solo si soy una persona querida, aceptada y respetada
por todas las personas en mi ambiente. Si soy mal querida,
criticada y rechazada, entonces no estoy bien y eso es
terrible”. Ellis (1999), considera que esa suposición
también es irracional, por cuanto es imposible de lograr, y
sostiene que no todas las personas que se encuentran en el
transcurso de un día tienen que quererme. Algunas pueden ser
neutrales y otras pueden no gustar de uno, lo que no
significa que sea mi culpa, ni que tampoco no deba gustar de
mí porque no le gusto a esas otras personas.
Muchas personas que autodudan, prefieren abstenerse de
realizar una tarea o se comportan pasivamente en las
relaciones interpersonales. Otra suposición irracional,
sostenida principalmente por personas introvertidas, que
autodudan es: “todas las personas son mejores que yo. Por lo
tanto, debo ser una persona humilde y subordinada”. Una
posición de vida más racional sería: “algunas personas
pueden haberse realizado de formas diferentes. Algunas han
adquirido habilidades que yo no tengo. Pero no quiere decir
que sea insignificante, inaceptable y sin valor. Puedo
quererme y estar orgulloso de mis propias habilidades y
logros”(Ellis, 1999).
Finalmente Naranjo Pereira (2004), explica que la
esencia del enfoque de Ellis es ayudar a las personas a
identificar sus suposiciones irracionales, confrontarlas con
la irracionalidad de esas suposiciones, enseñarles
suposiciones racionales y ayudarlas a aprender como poner
esas nuevas ideas en práctica.
Cuando esas nuevas suposiciones son aprendidas y
puestas en práctica, las personas se comportarán mas
efectivamente, su nueva conducta las recompensará, serán mas
exitosas y con este éxito gustaran más de sí mismas.
El Autoconcepto y el papel de los Educadores
Leonard y Gottsdanker, citados por Naranjo Pereira
(2006), señalan que generalmente existe el acuerdo de que el
autoconcepto tiene una poderosa influencia en el desarrollo
total de la persona y que, debido a la importancia que se le
otorga, se pide a las personas educadoras, desarrollar
actividades que fomenten un crecimiento positivo en esta
área.
Sostienen también, que los educadores deben trabajar
cooperativamente con la familia para mejorar las
autopercepciones de sus alumnos, se deben involucrar en
situaciones de valoración del autoconcepto de la población
estudiantil para generar hipótesis acerca de áreas problema
relacionadas con éste y, para planificar y desarrollar
actividades de intervención haciendo énfasis en una solución
sistemática en la prevención de problemas y en el realce de
los ambientes de aprendizaje que favorezcan el incremento del
autoconcepto de sus alumnos.
El personal docente es un agente vital en la promoción
de cambios afectivos positivos, debido a su contacto extenso
y significativo con la población estudiantil y su importante
papel en las interacciones con ésta para dar forma a las
actitudes hacia sí y hacia sus habilidades.
Sin embargo, muchos profesores carecen de los
conocimientos necesarios para identificar o desarrollar
estrategias que fortalezcan áreas tales como las del
autoconcepto.
Es por ello que en el presente proyecto se presentarán
una serie de talleres que ofrezcan, a los alumnos de primer y
segundo año del I.P.E.M. Nro. 283 y al personal docente de
dichos cursos, los conocimientos y las estrategias necesarias
para el desarrollo del autoconcepto. Ya que resultaría
difícil para un docente trabajar sobre el autoconcepto de
sus estudiantes, si posee un autoconcepto negativo de sí
mismo.

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